Entre los
años 235 y 285 Roma estuvo sumida en un periodo de anarquía y guerras civiles.
Esto debilitó las fronteras, y los germanos, en busca de nuevas tierras, se
desplazaron hasta la frontera norte del imperio. Los emperadores de la época permitieron
el ingreso de los germanos bajo dos condiciones: debían actuar como colonos y
trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera. Sin
embargo, esta pacificidad se acabó cuando Atila, el rey de los hunos, comenzó a
hostigar a los germanos, que habían invadido el Imperio. Luego de la retirada
de los hunos, las tribus bárbaras se establecieron en el interior del imperio:
los francos y burgundios tomaron la Galia; los suevos, vándalos y visigodos se
asentaron en Hispania; los hérulos tomaron la Península Itálica tras derrotar y
destituir al último emperador romano, Rómulo Augústulo.
Decadencia de Roma
Durante decadencia del Imperio Romano, fueron
muchos los pueblos bárbaros (extranjeros) que, aprovechando las disidencias
internas, se aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas,
presionando en forma permanente para entrar. Si bien las legiones romanas
contuvieron todos los intentos realizados, los bárbaros lograron penetrar
lentamente entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que,
finalmente, empujados por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario